De la nada

En ese momento conducía Toni. Alberto, en cuanto se dejó moldear la espalda por el asiento de la wolksvagen, abrió el libro que se compró unas horas antes en un puesto de la estación de Atocha. Como medio matemático, informático y humano, se sintió atraído por un libro escrito para medio matemáticos, informáticos, humanos, y, quizás, hasta el final de su lectura no lo sabríamos, para máquinas. Aunque nuestras miradas cómplices se cruzaban en los espejos, la distancia impidió que no pudiera castigar los oídos de mi contertuliano habitual. No ocurrió lo mismo con Alberto. Más cerca tenía a María y a Marta. Pero la expresión de la primera me decía que bastante tenía con el debate a uno que llevaba a cabo. Y Marta, ya estaba manteniendo un bello dialogo de silencios con Álex. Ávida por provocar una conversación de las que parten de la nada pero que sabes que te va a satisfacer y te hará recordar el viaje de regreso como aquel en el que estuvimos hablando de, pregunté “¿Qué lees?”...

Continuará.

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