Ayer por la mañana, mientras hacía clase con los ojos legañosos del bailoteo de no hacía muchas horas, vino a despedirse uno de mis alumnos más queridos, no sólo por mí creo, Òscar Canals. Dentro de un ratito (escribe mi parte insomne) marcha para hacer su ingreso en las fuerzas armadas, donde va a estudiar ingeniería. Y al tener ese pequeño gesto, me emocioné mucho y se me saltaron las lágrimas, para disfrute de mis alumnas de los sábados. Y no sólo porque se acordara de quien ha pasado muchas horas con él. Me emocioné pensando en que algunas de nosotras hemos puesto nuestro granito de arena en un ser fantástico, como lo hacemos a diario, o al menos lo intentamos. No doy clases para marcar la diferencia con nadie, no me creo Robin Williams en "El Club de los Poetas Muertos", pero sí es cierto que hay gente en la que esperas haber dejado tu pequeña huella, como ellos la dejan en ti. Es inevitable que con alumnos, con los más queridos, te suceda eso (¿quién se cree eso de que no existen los favoritos?). Hay unos cuantos alumnos de la academia, muchos ya no están ahí, a los que echo de menos. Y de vez en cuando me cuentan qué es de su vida. Me alegra saber que les va bien, porque confirma las expectativas que yo tenía en ellos. El año pasado se despidieron unos cuantos de una preciosa promoción: Sara, Dánae, Mónica, Tamara, nuestro blogger Jhonny (uff, como me cuesta ponerlo así!) y Oscar, por nombrar a algunos. Esta profesión es muy bonita por muchas cosas, pero la primera, por vosotros.
Así que como dice la película, buenas noches y buena suerte, en vuestros nuevos pasos. I Oscar, especialment a tu, bona sort por aquellos lares, que sempre portis el teu somriure ben posat i una cançó que t'acompanyi - though remember, you're not allowed to sing in class!!!- i qui et diu bye no pot ser una altra que 'flies' (ai, quines classes més entretingudes eren les vostres!!).
Your teacher will miss you.

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